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Migdonio DeDiego Moreno

OPINIÓN

Con hambre y desempleo se obstaculiza el camino de la paz en Colombia

Qué bueno que todos los colombianos pudiéramos vivir abrigados por una paz vecinal, comunitaria y social en los diversos órdenes de la vida republicana; pero, el hambre y el desempleo conllevan a obstaculizar el camino de la paz que todos anhelamos para vivir con dignidad y seguridad que abarque a la generalidad.  En Colombia, por la desigualdad social se originan, en su mayoría, los brotes bélicos para menguar el imperio de la paz social que debemos disfrutar.  El fundamento de la paz anida en el cerebro y en el corazón del ser humano; así las cosas, cuando en Colombia cese el fragor de los fusiles y haya suficiente pan en las mesas de los hogares, gozaremos de libertad y se podrá vivir en paz para lograr el desarrollo estructural con formación académica que nuestras comunidades necesitan para mejorar y avanzar, apagando el fuego de los conflictos.
Si se logra un acuerdo sustantivo en los diálogos de la Habana Cuba, se podrá alcanzar un definitivo cese al fuego, lo cual sirve y es importante para acabar con las muertes y así evitar que hayan huérfanos y viudas por doquier, emanados de la bélica acción fratricida; pero, podemos decir que sólo con el cese al fuego no se logrará la paz entre los colombianos, pues sin inversión y justicia social, surgirán otras denominaciones bélicas y delincuenciales que seguirán azotando a las familias y a la sociedad en general, cuya inocencia se flagela sin piedad en las diversas regiones de Colombia por el paro agrario.
Si el gobierno se preocupara por aportarle a los colombianos una suficiente dosis de inversión social, con equidad, en el campo rural y en las zonas más deprimidas de la nación, se podrá cambiar la angustiosa situación familiar de los colombianos que anhelan vivir en paz y con amplias garantías sociales que les ofrezca bienestar en sus hogares, hoy adoloridos y maltratados por el incoherente manejo de poder en el cenit de los órganos del poder público nacional, desde donde se debe buscar alivios que mengüen las afugias que flagelan a las comunidades sociales y humanas de nuestro país, sin bloqueos en las carreteras.
En nuestra república se ha venido sufriendo el impacto emanado de los carruseles de la corrupción administrativa, lo cual ha hecho menoscabar las oportunidades de progreso y desarrollo general para el crecimiento y la formación de los colombianos, amantes del orden y la libertad con equilibrio social; esa corrupción ha constituido un cáncer galopante y pernicioso, producto del amiguismo, el compadrazgo y las ansiedades de la politiquería consentida en diversos entes territoriales de nuestra nación.  Cuando el poder y los infinitos recursos naturales de Colombia sean manejados con la debida probidad, a favor de las humanas comunidades, se podrá iniciar un verdadero proceso de edificación y mantenimiento de la paz y la hermandad con solidaridad social entre todos los colombianos para una vida de amplias garantías y de mejor aceptación. También se requiere, para poder construir el camino de la paz, que los padres de familia en sus hogares inculquen a sus hijos fuentes de principios y valores éticos y sociales para que esos niños y jóvenes crezcan abrazados a la rectitud, al orden y a la disciplina que haga florecer la paz entre los colombianos, marchitando así la criminalidad y el abuso contra el derecho ajeno.

¿En Buga cómo se podrá reorganizar el destino del Partido Conservador?

Por: Migdonio
Dediego Moreno

El glorioso Partido Conservador, que ha contribuido a la construcción y formación del destino útil de Colombia, penosamente hoy se encuentra en Buga sin brújula y con un norte incierto para enfrentarse a un proselitismo político que le permita acreditar y defender su institucionalidad filosófica y doctrinaria y aportar la fortaleza requerida para la vida y desarrollo que Buga necesita.  Hoy tenemos a un conservatismo totalmente descuadernado con mucha gente a su favor, pero asistido por una galopante desorganización en donde se halla perdida su doctrina y su filosofía, naufragadas en un mar de apática incertidumbre; ya que nadie quiere tomar las riendas para organizar y darle vigencia a sus cuadros directivos, dándole vitalidad a las huestes humanas descarriadas por falta de dirigentes hábiles, generosos y honestos, como ayer lo fue en el seno del conservatismo bugueño que ya debe despertar del fatídico letargo que lo ha marchitado y lo convirtió en genuflexo ante otros partidos políticos de Colombia, perdiendo así su identidad.
Pasó en Buga la era de Ramón Antonio Azcárate, igualmente el momento de Laureano Tascón Victoria; la importante y gloriosa época del doctor Marino García Gil y Carlos Varela Bejarano, liderando éstos últimos al Holguinismo bugueño, con cimientos y eficiente organización política que brilló y colaboró de manera sin igual, emulando con el Grupo de los Leopardos, dirigido por los hermanos Hoyos Salcedo, con Julián Hoyos a la cabeza; vertiente disidente, que, a la poste, terminó mezclada y avalando al Holguinismo en esta ciudad.  Vivió el conservatismo bugueño una época animadora, grata, solidaria, de altas convicciones; la cual movió asiduamente a las juventudes con entusiasmo y verticalidad política, para mantener en alto la bandera azul que recorrió el municipio de Buga y todo el departamento del Valle, llevando ayudas y beneficios concretos para mejorar las condiciones de vida de los copartidarios necesitados, luchando y trabajando en Buga al lado de Víctor Montoya Buenaventura, para que el sol alumbrara a todos, sin sectarismos, ni lamentaciones negativas.
En Buga, se movió la juventud conservadora, asistida por el dinamismo concertado con las cabezas políticas de Eduardo José Victoria, los hermanos Hoyos Salcedo, Leonidas Jaramillo, Jaime Alberto Ochoa Cardona, Migdonio y Jairo Dediego, las hermanas Rengifo, Fernando Vélez Osorio, Jairo Madriñán, César Tulio Escudero, José Tomás Esquivel Montoya, Diego Díaz Granobles, Carlos Humberto Arias, Luís Alberto Rojas Izquierdo, y muchos más, al compás de los años setenta (70) y sucesivos, contribuyendo en la coordinación, progreso y el mantenimiento de la vitalidad conservadora de Buga, la cual fue de avanzada, orden y de ejemplo político para recordar, sin dejar de omitir el liderazgo y trabajo de Édgar Libreros Zúñiga, quien lideraba el grupo del Humbertismo en esta ciudad; fue una época magistral que daba gusto estar involucrado en las huestes y tareas cotidianas del Partido Conservador; hoy estamos sin barco ni timón, a punto de naufragar definitivamente.
Hoy, desde el atrio celestial, lloran Caro y Ospina, Laureano Gómez, Álvaro Gómez Hurtado, Guillermo León Valencia, Ramón Antonio Azcárate, y otros más, al ver quebrantado y marchitado en Buga el destino de su Partido Conservador entrañable.  Ahora, ¿quién está dispuesto a izar la bandera azul en Buga, para animar y devolver la credibilidad perdida?