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Migdonio DeDiego Moreno

OPINIÓN

¿Cuándo habrá paz en Colombia?

Por: Migdonio Dediego Moreno

Los colombianos gozaremos de paz y armonía social: cuando los padres de familia procuremos criar hijos colmados de buenos principios y valores sustantivos para actuar con rectitud, probidad, tolerancia, respeto ante el derecho ajeno, solidaridad y humanismo; porque, mientras el ser humano no obre con equilibrio mental y espíritu sosegado, jamás encontraremos ni disfrutaremos de la anhelada paz que muchos colombianos deseamos abrazar.
Por la mala crianza y desatinada formación de los hijos: En Colombia se ha quebrantado el orden y la bella libertad en el seno de mayoría de los hogares; por esto, se ha prostituido la célula fundamental de la sociedad (La Familia); pues, una cosa es la formación académica y muy distinta es la formación de hogar, la cual es fundamental para que la académica pueda funcionar de manera útil y efectiva en pro de la sociedad para alcanzar el bien común y gozar de bienestar.
Analizamos que: los Acuerdos de La Habana, son buenos y necesarios para que en Colombia haya menos muertos, menos huérfanos y viudas, dolor y llanto, así, es necesario el cese al fuego; es decir, termina con los disparos del gatillo fratricida, a fin de lograr una mejor comprensión en las áreas y sectores del territorio nacional para llevar una vida digna entre los hijos de la misma patria.
Jamás habrá paz en Colombia si desde los hogares, familias, oficinas, colegios, universidades, empresas, instituciones públicas y privadas, Estrados Judiciales, etc., no obramos con respeto, orden y equilibrio mental para no vulnerar los derechos del contrario y detener la tiranía que emerge de la mala formación del alma humana que mancilla libertades y derechos ajenos, creando así los focos de guerra que injustamente sofocan el alma humana, para matar a los colombianos.
Con equilibrio mental y actitudes coherentes: habrá paz en Colombia; no solo las FARC construyen la guerra; por favor, reflexionemos y formemos mejores hijos para que podamos tener una Colombia sabia, próspera y segura.  Necesitamos padres de familia bien formados para educar desde la cuna, a los hijos, y no confundir la bella libertad con el libertinaje; debemos dirigir bien para que podamos gozar de paz y equilibrio en el camino de nuestra vida cotidiana.
Obrando atinadamente, con respeto y tolerancia podemos mantener los marcos de la autoridad y lograremos el triunfo de la paz; así, acabaremos con los Timochenkos en Colombia para la efectiva Seguridad Nacional.  Desde los hogares colombianos construyamos Líderes Emprendedores, forjadores del bienestar humano para que tengamos paz.  A la formación académica, unámosle los principios y valores del hogar para forjar ciudadanos edificadores de paz; de lo contrario, nos tocará llorar, al perder Vida y Libertad.

El mal genio hace perder la cabeza de algunos mandatarios en Colombia

Migdonio Dediego Moreno

En algunas instituciones y empresas de Colombia, hay jefes que deben desligarse del mal genio que a veces los conduce a ser irrespetuosos contra sus subalternos, creando una desarmonía laboral, la cual no debería florecer para que reine la paz que todos anhelamos, con óptimos resultados en pro del equilibrio institucional y empresarial.
La educación, la buena formación en principios y valores hogareños, el buen trato interpersonal, el orden y la disciplina, deben mantenerse para que brille la libertad y las buenas maneras en la vida laboral institucional, en familias y comunidades humanas en general.  Hay subalternos que en ocasiones cometen involuntarias u equívocas actuaciones, las cuales no son analizadas y recibidas con el debido tino que algunos jefes pudieran ofrecerles; pero, éstos, a veces se llenan de suprema arrogancia y poder, que los conduce a exhibir en público a sus subalternos y dependientes administrativos; son jefes, que debido a actitudes minúsculas del subalterno, la neura les obnubila el cerebro y les hace desorientar la cabeza para desconocer y maltratar al débil.
En los seres humanos, la formación académica y profesional difiere de la formación en principios y valores hogareños, los cuales son esenciales para hacer uso de las buenas maneras, el don de gentes, el decoro y la cortesía que debe hacer gala en el buen ciudadano que actúa sin máscaras ni caretas sociales para tratar con respeto y sin mal genio a sus congéneres, así provengan del área del aseo doméstico familiar.  A veces, el descontrol emocional permite o hace perder la razón, desarticulando cuanto ya estaba ordenado para el progreso y el bienestar de todos los colombianos; “el que se domina a sí mismo, dominará al mundo”; pero, en ocasiones, tiene más poder la prepotencia, el folclorismo y la neura hirsuta para opacar el subalterno institucional.
Con procedimientos sensibles y humanizados se debe corregir esa aberrante actitud desaforada que reiterativamente, algunos jefes, utilizan para hacer avergonzar a diversos subalternos que merecen recibir la comprensión de sus jefes, a fin de que todos puedan saborear los agradables efectos de la paz y la armonía social y laboral.
Es bueno tener poder; pero éste no se debe utilizar para hacer florecer la sanción, la humillación, el constreñimiento o irrespetar el derecho ajeno, castigando sin tener en cuenta situación y ambiente previo del que se considera infractor.  El poder debe ser para corregir, en derecho, aliviar, ayudar, proteger, restablecer, educar, mejorar, valorar, dignificar, darle la mano al de abajo, dimensionar las condiciones del estado y sus comunidades, siendo útil ante los errores y fragilidades humanas. Unamuno dijo: “Entre más conozco al hombre, más quiero a mi perro”.  Interiorizándonos, podemos reflexionar para respetar.