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Migdonio DeDiego Moreno

OPINIÓN

Colombia sufre a falta de una política social

En el trasunto de la vida social y cotidiana, algunos gobernantes le vienen causando daños psicosociales a los colombianos, especialmente a niños y a los adolescentes, a quienes se les cierra el camino del desarrollo y los efectos de una vida digna para colocarse a la altura del aporte social y gubernamental que se recibe en países de avanzada sociedad con eficaces procedimientos administrativos para llevar una vida mejor.
En Colombia se yergue la práctica de un estigma sólo concebido para colocar la mente en los procedimientos de persecución a la guerrilla, al narcotráfco y a una parte de la corrupción administrativa; por consiguiente, olvidándose de otros factores o elementos que corresponden a la esencia vital para la supervivencia de los colombianos. Los gobernantes, en gran parte, se han olvidado y han hecho retrasar los marcos del desarrollo social que debe concitar: Empleo digno, educación eficiente, salud coherente y sin intermediación, atención a la infancia, oportunidades para el Adulto Mayor, sin paliativos ni dádivas, como Acción Social, que genera estados de pobreza y mendicidad, a fin de impulsar la genuflexión que permitirá dividendos electorales para quienes confunden sus deberes y funciones administrativas, con algo propio o legado hereditario de procedencia familiar. Colombia sufre a falta de una Política Social.
Persiguiendo a los alzados en armas, sin resultados definitivos, se ha perdido demasiado tiempo impulsando una seguridad que no es democrática ni es social, pero sí, carente de Equidad para direccional una administración que ofrezca garantías al bienestar de los colombianos. Para contemplar la guerra, diariamente hay un gasto de siete mil millones de pesos ($ 7.000.000.000.oo), mientras que se reduce el presupuesto para la Educación, fomento del empleo y la compra de una aspirina para calmar el dolor de quienes sufren el flagelo de la desigualdad social padecida por los niveles de menores ingresos y de economía esquiva. Los afanes y peleas ideológicas han hecho perder el Norte para direccional la vida social de los colombianos; no hay liderazgo para buscar el mejoramiento de las condiciones de vida de quienes todavía duermen en las calles y andenes citadinos, abrigados con el viento frío y la humedad de la intemperie, sin una mano amiga gubernamental para detener ese flagelo inhumano, insensible y dessocializado que amilana y destruye al Ser.
La seguridad es necesaria para todos los seres humanos y la defensa de los pueblos y naciones; pero esa seguridad debe de estar asistida y complementada con factores distantes de la guerra y llenos de alivio social para que el Ser Humano pueda subsistir por encima de la adversidad y del desequilibrio de la política social. Los gobernantes, pensando en la guerra y en el tener, se han olvidado del Ser, dejándolo deambular por senderos inhóspitos, calles y parques, a la deriva y sin norte que le permita protegerse de la adversidad, apoyado en una vida digna; se ha perdido el rumbo de la humanización social y las condiciones abiertas del Poder para servir a las justas necesidades de la gente.
Se ha distanciado la política social; ya que son más importantes los convenios de protección al amiguismo, al compadrazgo y los intereses particulares, que contribuir al bienestar social de los colombianos, a través de decisiones y ejecuciones de obras que restablezcan la credibilidad perdida para que renazca un nuevo orden con visión de servicio productivo y de amplia inversión en los menesteres prioritarios de las humanas comunidades nacionales, hoy al borde de una conflagración social, porque nadie busca ni analiza la etiología del desajuste que vive la Nación.