GEWEB

Migdonio DeDiego Moreno

OPINIÓN

El Salario Mínimo constituye una farsa para los trabajadores

Han sido muy pocos los gobernantes nacionales, públicos y privados, que se afanaron por otorgar un salario mínimo mensual compatible a los egresos de los trabajadores de menor rango. Observamos cómo cada fin de año se enfrascan en discusiones los representantes de los trabajadores ante los empleadores y el Gobierno Nacional, buscando llegar a un acuerdo para fijar el monto del salario mínimo que pueda satisfacer las necesidades comunes de quienes laboran y reciben exiguos ingresos; pero se excluye la oportunidad y se pierde el tiempo con divagaciones estériles que no consultan el desgaste económico mensual de la canasta familiar que sufre los rigores del aumento acelerado de los precios del mercado, lo cual abre una brecha para el desequilibrio de la economía hogareña que es castigada por la oferta y la demanda comercial.
No hacen un aumento salarial, sino que anualmente realizan una nivelación ante la depreciación del peso que es motivada por la inflación que golpea y merma el valor adquisitivo de la moneda circulante. Para hacerle un aumento al salario mínimo mensual, tendrían que hacer la nivelación por la depreciación del peso, y de ahí en adelante, colocar el verdadero aumento salarial, a fin de no engañar al pueblo colombiano; es decir, si la inflación tuvo un aumento del 3% anual, hagan la nivelación respectiva y luego aumenten un 5% al salario, a fin de que haya un aumento cierto; pero lo que hacen es nivelar el desgaste por la inflación y no le aumentan un peso al trabajador, a quien le quitan la respiración respecto a las exigencias de su hogar; el Gobierno y los empleadores privados consideran que si aumentan un peso por encima de la inflación, esto podrá conducir a un caos insostenible en la economía nacional; así la consigna está cifrada en golpear al trabajador; ya que los comerciantes, con la sola nivelación, aprovechan la ocasión para subir el precio de los productos de la canasta familiar, aplicando un valor exagerado e incompatible que acorrala y doblega al consumidor, sin Dios ni ley que lo proteja.
Para el consumidor podría ser mejor que no le tocaran su salario, sino que congelaran los precios de los artículos de la canasta familiar para darle un respiro a la economía doméstica de los trabajadores informales y dependientes de las empresas privadas y de las entidades del sector público del Estado Colombiano; desafortunadamente, la brújula sólo está dirigida, a corto plazo, para recibir ganancias en detrimento de la insuficiente economía de los trabajadores, para quienes la oferta y la demanda no se humaniza ni la socializan en pro de aliviar las afugias del consumidor, y por ende, del trabajador, para quien no existe la debida consideración de un cerebro amigo.
La farsa que se avizora, respecto al denominado aumento salarial, sigue galopando en el pensamiento de los ilusos colombianos que no analizan, por lo cual desconocen la verdad de la trama para no aumentar el salario, sino que sólo hacen la nivelación para agradar los marcos de la inflación. La tendencia, se presume, va encaminada a lograr “La explotación del hombre por el hombre” y así alcanzar el aumento de la economía de los particulares, con evidente política de constreñimiento social y expansivo que puede llegar a deflagar el alma humana y generar, a futuro, estados de violencia para perturbar la convivencia de los asociados citadinos y rurales comarcanos del país de nuestros afectos y preocupaciones cotidianas.
Las riendas del poder, a todos los niveles sociales, económicos y empresariales, no deben ser para afligir y obstruir el camino de la redención social de los colombianos de menores ingresos, sino que se deben usar para aliviar las penurias asfixiantes y buscar el mejoramiento y bienestar del Estado Colombiano y su gente menos afortunada en el platillo de la balanza económica de la canasta familiar. Colombia requiere de líderes que construyan senderos de reivindicación social para la humana colectividad.