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Migdonio DeDiego Moreno

OPINIÓN

Colombia sufre adolorida por el desatino de la inclemencia invernal

Por Migdonio Dediego Moreno La furia de la naturaleza tiene a un elevado número de la pobrecía colombiana, en calzas prietas debido al acoso invernal que no ofrece tregua para acomodarse al normal equilibrio de la vida nacional; estamos frente a una situación caótica que acusa expandirse hasta los primeros meses del año 2012, dejando en holocausto, heridos y desprotegidos de sus pertenencias, a muchos colombianos que hoy se hallan en estado de indefensión debido al fragor de la ola invernal que los ha maltratado y dejado postrados en la penuria. El enfriamiento de las aguas del Océano Pacífico ha traído un desajuste en la mayor parte de nuestro territorio nacional, creando dolor, llanto, injustas muertes y desolación en cultivos, ganaderías, viviendas y carreteras para permitir desolación, desalojos y reubicaciones de sectores informales, campesinos y también urbanos en donde ha penetrado el agua para amenazar y destruir el esfuerzo y los bienes de quienes hoy sufren la terrible inclemencia impartida por el azote invernal. Muchos se hallan hoy padeciendo las consecuencias emanadas por el descuido, las imprevisiones y omisiones emitidas por algunos funcionarios que se durmieron y cegaron el cumplimiento del deber con que era dable avizorar fatales consecuencias si, a tiempo, hubieran corregido sendas condiciones que podían ser amenazadas y destruidas por el fenómeno climático que llegó y hoy aniquila a millares de compatriotas, muchos de los cuales no han podido recibir el auxilio pronto y oportuno para mitigar el desacierto causado por el invierno. Se han presentado deslizamientos y hundimientos debido a las frecuentes y prolongadas precipitaciones que no dan tregua ni permiten descanso familiar y social, en donde afloran las ayudas gubernamentales y humanitarias para ofrecer paliativos a los damnificados, vivos y muertos atacados por el rigor y efectos de la enfurecida naturaleza que no mide estrato o condición humana para causarles daños e incomunicación de muchas zonas del territorio nacional, lo cual obstruye el comercio, el transporte terrestre y el ejercicio de muchas funciones vitales y cotidianas de la población colombiana que hoy requiere la solidaridad de parte de los entes nacionales e internacionales para socorrer y mejorar las condiciones de subsistencia de los diversos afectados por la debacle invernal. En los 32 departamentos de Colombia, ya hay más de 535.000 personas damnificadas, cientos de muertos y cifra superior en heridos; todo esto haciendo colapsar el alma humana con los corazones afligidos y la impotencia de las tardías ayudas, como paliativo ante el desastre causado por los derrumbes y la intensa ola climática que ha hecho enfurecer a los ríos, quebradas y riachuelos, diques y otros, que con aguas corrientes, arrastran cuanto encuentran al paso para crear la desazón, el llanto y el dolor que hoy tiene a Colombia postrada, desde un (1) metro sobre el nivel del mar hasta los 2.600 metros en donde está situada Bogotá, ciudad que no debiera estar inundada en los sitios que hoy padecen el flagelo de precipitación por la ola invernal. A excepción de la Palomera y el Porvenir, en Buga, comparada con algunos lugares de Colombia, aquí estamos en “El Cielo”, custodiados por el Señor de los Milagros y la Divina Providencia que nos protege, librándonos de la soberbia naturaleza, sin heridos, muertos, ni la pena del llanto y dolor creados por la relativa y constante precipitación lluviosa que ha hecho palidecer a diversos hogares y negocios colombianos, los cuales han quedado sin rumbo y sin timón para continuar una vida de dignidad y equilibrio social. Ante el caso planteado, desde esta columna, se invoca la necesaria unión de voluntades y esfuerzos, con plena solidaridad nacional, para alzar las manos cargadas de ayudas que permitan subvencionar la aflicción que hoy sufren todos los damnificados que cayeron en holocausto por la desmedida ola invernal que ha puesto a zozobrar las acusaciones y buenas intenciones de los gobiernos locales y nacional para enfrentar los gastos ocasionados por el desajuste natural que ha dejado huérfanos y herido el sentimiento de un país que desea avanzar y progresar para vivir mejor.