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Migdonio DeDiego Moreno

OPINIÓN

El mal genio hace perder la cabeza de algunos mandatarios en Colombia

Migdonio Dediego Moreno

En algunas instituciones y empresas de Colombia, hay jefes que deben desligarse del mal genio que a veces los conduce a ser irrespetuosos contra sus subalternos, creando una desarmonía laboral, la cual no debería florecer para que reine la paz que todos anhelamos, con óptimos resultados en pro del equilibrio institucional y empresarial.
La educación, la buena formación en principios y valores hogareños, el buen trato interpersonal, el orden y la disciplina, deben mantenerse para que brille la libertad y las buenas maneras en la vida laboral institucional, en familias y comunidades humanas en general.  Hay subalternos que en ocasiones cometen involuntarias u equívocas actuaciones, las cuales no son analizadas y recibidas con el debido tino que algunos jefes pudieran ofrecerles; pero, éstos, a veces se llenan de suprema arrogancia y poder, que los conduce a exhibir en público a sus subalternos y dependientes administrativos; son jefes, que debido a actitudes minúsculas del subalterno, la neura les obnubila el cerebro y les hace desorientar la cabeza para desconocer y maltratar al débil.
En los seres humanos, la formación académica y profesional difiere de la formación en principios y valores hogareños, los cuales son esenciales para hacer uso de las buenas maneras, el don de gentes, el decoro y la cortesía que debe hacer gala en el buen ciudadano que actúa sin máscaras ni caretas sociales para tratar con respeto y sin mal genio a sus congéneres, así provengan del área del aseo doméstico familiar.  A veces, el descontrol emocional permite o hace perder la razón, desarticulando cuanto ya estaba ordenado para el progreso y el bienestar de todos los colombianos; “el que se domina a sí mismo, dominará al mundo”; pero, en ocasiones, tiene más poder la prepotencia, el folclorismo y la neura hirsuta para opacar el subalterno institucional.
Con procedimientos sensibles y humanizados se debe corregir esa aberrante actitud desaforada que reiterativamente, algunos jefes, utilizan para hacer avergonzar a diversos subalternos que merecen recibir la comprensión de sus jefes, a fin de que todos puedan saborear los agradables efectos de la paz y la armonía social y laboral.
Es bueno tener poder; pero éste no se debe utilizar para hacer florecer la sanción, la humillación, el constreñimiento o irrespetar el derecho ajeno, castigando sin tener en cuenta situación y ambiente previo del que se considera infractor.  El poder debe ser para corregir, en derecho, aliviar, ayudar, proteger, restablecer, educar, mejorar, valorar, dignificar, darle la mano al de abajo, dimensionar las condiciones del estado y sus comunidades, siendo útil ante los errores y fragilidades humanas. Unamuno dijo: “Entre más conozco al hombre, más quiero a mi perro”.  Interiorizándonos, podemos reflexionar para respetar.