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Migdonio DeDiego Moreno

OPINIÓN

El Referendo y la Reelección son sinónimo de masoquismo colombiano

En un país como el nuestro, la seguridad no debe aplicarse de manera simple, ella debe ser integral para que sea efectiva y mejore las condiciones de vida del pueblo de menores ingresos. Para que la seguridad democrática sea integral, debe ir acompañada de fuerza pública, justicia pronta y con equidad, sumado todo a proyectos de inversión social; se requiere para este logro que todos los órganos del poder público, trabajen en armonía coherente y sincronizada en pro de las necesidades, anhelos y esperanzas de la población subalterna del país. De lo contrario, todas las acciones dirigidas por el gobierno, fracasarán y el pueblo seguirá sufriendo las consecuencias anómalas de la dirección y ejecución de funciones públicas sin liderazgo y desatinadas para el bienestar.
En el marco de la administración pública y en el ejercicio de las funciones realizadas por los líderes gubernamentales no se avizora crecimiento ni mejoramiento para las comunidades de base, ni para los desplazados de la fortuna, quienes actualmente reciben bimensualmente un subsidio que les da Acción Social Presidencial, como paliativo a sus penurias y al desajuste socioeconómico que padecen en connivencia con el pauperrismo; esto constituye uno de los motivos suficientes para que el pueblo reflexione y no vote a favor del REFERENDO que es camino abierto a la REELECCIÓN PRESIDENCIAL, la cual no se debe respaldar, porque ésta nos sumirá en una cruenta inseguridad ciudadana que no es democrática y carece de efectiva inversión social.
Es innegable que el actual gobierno ha perseguido y ha golpeado a todos los alzados en armas, a los vándalos, al terrorismo, al narcotráfico y a una fracción de los corruptos de la Administración Pública, a quienes ha golpeado en todas partes del cuerpo para doblegarlos, pero no ha podido golpearlos en la cabeza para exterminarlos de manera definitiva; esto no ha sucedido, ellos siguen vivos y coleando en el panorama nacional, causando daño y malestar al pueblo colombiano. La denominada Seguridad Democrática ha servido para mejorar y reactivar la economía, pero la economía de los bancos y el tesoro de las compañías transnacionales que manejan el dinero de los poderosos; mientras que la economía de los pobres y gente de menores ingresos sólo caminan rumbo al desequilibrio a la incertidumbre de todo orden social, conducidos a aguantar física hambre por la falta de oportunidades para vivir dignamente en familia y comunidad en general.
La fortaleza gubernamental no debe sólo cimentarse en el uso de las armas y acciones de guerra para aliviar los males que agobian a las comunidades, sino que se deben adoptar medidas preventivas con inversión social que permitan elevar el nivel de vida de los colombianos, para que así hay amenos exaltación de las pasiones adoloridas y podamos alcanzar la anhelada paz social en pro del sosiego de todos los habitantes de Colombia. La Seguridad Democrática no debe ser simple ni direccionada a fortalecer un solo punto de la vida nacional; ella debe llevar el agregado de la inversión social para que sea real y efectiva, dejando de ser constructora de guerra, fosas, viudas, lágrimas, llanto, huérfanos, desplazados y deserción campesina, colmados de hambre y penuria por doquier. Durante estos seis (6) años de gobernabilidad democrática no hemos podido palpar ni acariciar el desarrollo de la vida nacional; lo que tenemos hoy, ya estaba hecho antes de la Seguridad Democrática, no hemos avizorado un cambio que nos ofrezca esperanza y redención ante los problemas latentes en empleo, educación, salud, economía, vivienda hambre y servicios públicos domiciliarios para que sonría el alma de los colombianos.