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Migdonio DeDiego Moreno

OPINIÓN

¿En dónde está tu hermano?

Por Migdonio 
Dediego Moreno

Cuando Caín mató a su hermano Abel, Dios le dijo a Caín, “¿en dónde está tu hermano?”, pero, Caín abrigado y sumergido en los canales del odio y la envidia, con suprema maldad espiritual, le respondió a Dios: “¿Acaso soy yo guarda de mi hermano?”.  Ahora, el Papa Francisco, durante su visita al Ecuador, nos ha traído al recuerdo la citada expresión de Dios y la respuesta del verdugo, a fin de inducirnos a que seamos más tolerantes durante el trato interpersonal, para ejercer actitudes de solidaridad y lograr bálsamos que edifiquen el bien común, en pro de la humana sociedad que está clamando manos amigas para alcanzar los anhelos de supervivencia que se hallan flagelados por las acciones irregulares que practican las personas individualistas; esta situación no permite espacio en beneficio de la inclusión ni para el mejoramiento de las condiciones de vida de la sociedad en general.
En el ejercicio de las actividades gubernamentales nacionales, existe la tendencia de actuar de manera exclusivista; esta condición golpea los valores éticos y espirituales, sepultando así el bien común.  
La democracia participativa, en la práctica, no es efectiva; es decir, no se cumple en beneficio de la colectividad que espera actos de solidaridad para lograr los propósitos que hagan sonreír el bien común, por canales de gratuidad y subsidiaridad social para que todos vivamos mejor en familias y comunidades en general, abrigados por la comprensión vecinal que nos debe identificar para ayudar a construir senderos de hermandad, paz y equilibrio social.
Con la expresión: “¿En dónde está tu hermano?”, se hace una exhortación tendiente a practicar la solidaridad, mediante manos amigas que aminoren el dolor y las afugias de los débiles y menesterosos, quienes hoy se encuentran en estado de indefensión social; éstas son personas que se hallan arrinconadas y acosadas por el individualismo; hijo éste del egoísmo y padre del fracaso que vive la humanidad.  Nos negamos a ser padrinos; pero, sin padrino, el cura no puede bautizar al hijo del vecino.  En nuestro medio, la insolidaridad, está acabando con todos los elementos que forjan el bien común y la hermandad social que debe reinar en nuestra nación.
Con buen sentido de patria y compromiso, en pro del bien común, debemos ser solidarios con esfuerzos y voluntades, para lograr el equilibrio social que permita menos dolores, llantos, aflicciones, desigualdades, apatías, negativismo, indiferencia, individualismo y exclusión en el terreno de las oportunidades, en donde es menester: luchar unidos para fortalecer la solidaridad y construir las canteras del bien común, con justicia y equidad social, que proteja la prosperidad de todos los colombianos.