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Migdonio DeDiego Moreno

OPINIÓN

En algunas ciudades de Colombia, los Guardas de Tránsito sólo salen a sancionar, dejando de hacer lo fundamental

Por: Migdonio Dediego Moreno

En honor a la verdad, no sé si en Buga esté pasando los mismo; pero, al trasegar por algunas ciudades de Colombia, donde los Guardas de Tránsito son quienes coordinan la movilidad vehicular local, se ha observado que algunos guardas afanosos se esmeran para sancionar a conductores que cometen leves infracciones de tránsito; son guardas que ante una irregularidad no acuden para orientar, advertir y educar con metodología humanizada y sociable para que el infractor reflexione y no vuelva a cometer el leve error; pero, la única alternativa, para el Guarda de Tránsito, está cifrada en sancionar, muy imbuido de poder, pero con un cerebro deshumanizado, insolidario y desocializado, donde lo importante es afligir al conductor infractor; marco este en donde no es aplicable lógica consideración, explicación ni inducción para evitar las equivocaciones, imperfecciones y errores, propios de todos los seres humanos.
La clasista mentalidad de algunos Guardas de Tránsito en Colombia, sólo está dirigida a sancionar para mostrar así su grandeza de poder; pero el ser humano solo edifica su grandeza cuando es útil y sirve con dignidad ante los clamores y afugias de los humanos congéneres; jamás siendo verdugos ni humillando al semejante.
Esa aberrante actitud de algunos guardas, ignorada o consentida por algunos Secretarios de Tránsito, se debe corregir a través de sensibles y humanizados procedimientos que a la postre eviten y disminuyan las equivocaciones interpartes, logrando comprensión para construir senderos que conduzcan a sentir y saborear los agradables efectos de la paz que todos anhelamos en el ámbito familiar y social en general.
Es bueno tener poder, pero éste no se debe utilizar para humillar, golpear, vengarse, afligir, constreñir, irrespetar el derecho ajeno ni causar daños; el poder debe ser para proteger, ayudar, educar, corregir, valorar, dignificar, aliviar, mejorar y dimensionar las condiciones del Estado y sus humanas comunidades.  Desafortunadamente, el ser humano usa el poder para sancionar, castigar y desconocer derechos, en momentos cuando debería ser útil y proteger las fragilidades y leves errores humanos.
El ser humano ocasionalmente es afectado por una malísima tendencia que lo conduce a ser interesado, ingrato y perverso, durante cotidianas actuaciones, cuando debiera ser respetuoso, generoso y altruista para no sancionar algunos minúsculos errores humanos.
Al observar algunas ilógicas actuaciones humanas, Unamuno dijo: “Entre más conozco al hombre, más quiero a mi perro”; así, hemos visto que el perro no muerde a su amo; mientras que el ser humano si golpea, sanciona o mata a su hermano, usando plena conciencia.
Debemos aprender a trabajar manejando bien los hilos de la cadena humana, sin genuflexión, para ser eficaces servidores públicos y recibir los aplausos ciudadanos, por ser útil al bien general de la humana sociedad.