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Migdonio DeDiego Moreno

OPINIÓN

Sin razón se subvalora al ser humano

Por Migdonio Dediego Moreno

Desafortunadamente, algunos hogares colombianos han quebrantado y desestabilizado los principios y los valores familiares, la hermandad, solidaridad, civismo, fraternidad y el sentido de pertenencia; necesarios estos para crear y mantener abiertos los canales que conducen al buen manejo de la paz, la cual se ha hecho esquiva debido a las irracionales actitudes de los malcriados colombianos, quienes agreden los marcos, principios y senderos de la convivencia humana y lanzan al ser a las compuertas del sufrimiento y la infelicidad social; factores estos construidos de la guerra y el maltrato vivido en campos y ciudades de nuestra nacionalidad.
La subvaloración que los hogares y el Estado gubernamental le proporcionan al ser humano, suplantado por el tener, ha creado el quebrantamiento de la paz, construyendo la desigualdad social que distancia el goce del equilibrio familiar y social que debe producir la paz, la cual florecería si desde la cuna se le diera la debida importancia al ser humano, a fin de hacerlo persona útil, forjadora del desarrollo y progreso social para el bienestar común, dejando así de ejecutar la guerra que constriñe a los hijos de una misma nacionalidad.
Tal como sucede en algunos sitios de Colombia, observamos que en Buga se ha radicalizado la cría de perros, bien amamantados en hogares humanos, a diferencia de la buena formación que deberían impartirle al ser humano, a quien, algunos padres subvaloran; pero, sí dignifican al irracional perro; esa subvaloración ha ocasionado que el ser humano se resienta y se degenere y cotidianamente atente contra el derecho y la vida ajena, obstaculizando los caminos y los afectos para alcanzar la paz fraterna que anhelamos disfrutar, unidos en los núcleos familiares y sociedad en general para vivir mejor en los espacios de la pluralidad nacional.
Teniendo en cuenta los diversos recursos naturales que posee Colombia, ésta es mil veces más rica que Europa; pero aquí hay lugares humanos que sufren la pobreza extrema, porque las superlativas tasas de interés para el impropio individualista crecimiento económico, han marchitado y evadido los derechos y las garantías sociales de los colombianos; por esto, en la Guajira no hay un vaso de agua para calmar la sed, no obstante la diversidad de fuentes acuíferas que tiene Colombia para abastecer el fomento de la paz.
Es necesario, antes que al tener, valorar y acreditar al ser humano para poder lograr la paz que deseamos en pro de la pacífica convivencia social.
Con urgencia, Colombia necesita una gobernabilidad que ejerza funciones públicas con liderazgo humano, solidario y sentido de pertenencia que valore y fortalezca al ser humano y los diversos recursos naturales que tenemos para vivir mejor, si se cambia la manera de gobernar y criar los hijos.